Palabras y respiración. Suspiros y besos al aire . Placer y gemidos. Sueños y pensamientos. Tonterias y verdades. Ganas y necesidad. Ruidos y silencio. Risas y lagrimas. Amor y deseo. Cariño y amistad. Escalofrios y calor. Historias y canciones. Celos y confianza. Ilusión y futuro. Nombres y viajes. Hijos y familia. Inocencia y picardia. Morbo y sensualidad. Libros y examenes. Horas y dias. Movil y ordenador. Mensajes y privados. Cámara y fotos. Regalos y cartas. Contrato y casa. Jacuzzi y kilómetros. Siete y tres. Seiscientos noventa y siete e infinito. Te quiero y te amo. Más y muchísimo. Tu y yo.
Anoche fue mágico, espectacular, precioso. Todo empezó como las conversaciones habituales de cada noche. Habituales pero diferentes y únicas. Risas, bromas, frases con y sin sentido, cariño, deseo, sueños. Ayer a toda esa lista se incluyeron un cúmulo de sentimientos indescriptibles. Escalofrios. Calor. Impotencia. Necesidad. Más y más escalofrios. Hay una sensación que me invadió incontadas veces y que no se como denominarla. Recorria todo mi cuerpo y su punto de partida era el corazón. No dolía aunque, duele no tenerte. Escuchando solo tu voz tranquilizadora, bonita, cariñosa, sincera, enamoradiza. Dejamos escapar decenas y decenas de te quiero, decenas y decenas de te amo. Tú en tu cama y yo en la mia. Y hubiese dado mi vida para que esa cama fuese la misma. No voy a mentir, mi vida no, porque mi vida eres tú y no soportaría perderte.